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martes, 13 de mayo de 2014

Rectificar es de sabios

Pese al retraso, hay motivos para celebrar la anulación por parte del Gobierno del segundo incremento de tasas aeroportuarias para el 2015. El mismo Gobierno admite los efectos positivos que va a acarrear la inaplicación de la medida, tal y como venían reclamando diversas organizaciones, básicamente en representación de las compañías aéreas, o la propia GEBTA. 

La decisión supone la retirada del incremento tasas del 4,5% inicialmente previsto para el próximo ejercicio, además de la prórroga de las bonificaciones actualmente en vigor. Si bien es cierto que la corrección de AENA va a generar una pérdida de ingresos que desde Fomento se estima en unos 151 millones de euros (77 millones por la congelación de tarifas y 74 por prórroga de bonificaciones), el impacto positivo de la medida es mucho mayor y va a compensar con creces la pérdida de dichos ingresos directos.

Un indicador claro del efecto de las tasas ha sido la reducción de las operaciones y frecuencias por parte de diversas aerolíneas en el mercado español, que sumado a la evolución negativa del aeropuerto de Madrid-Barajas hizo saltar todas las alarmas.No hay que olvidar que por lo general las compañías aéreas han tendido a absorber una parte del sobrecoste del incremento, por la propia presión del mercado y la competencia en buena parte de las rutas. Todo ello ha permitido diluir y rebajar los efectos del aumento del precio, fundamentalmente en largo radio, pero en mucha menor medida en el medio y corto radio, porque el precio medio es más económico y el peso relativo de la tasa es mucho mayor. 

Desde el sector turístico se ha advertido con insistencia sobre el impacto que ejercía una política de incremento de costes operativos en el actual contexto económico, a la vista de las estrategias de contención y reducción de tasas que estaban aplicando destinos competidores de España para mejorar sus oportunidades de negocio en materia de turismo vacacional. Sin perjuicio de todo ello, es conveniente recordar que cuando hablamos de tasas vinculadas al transporte solemos pensar que sus efectos se limitan a las compañías aéreas o al tráfico turístico y tendemos a olvidar que una parte muy significativa de los desplazamientos los realizan las empresas. Ya en 2012 GEBTA alertó del impacto que conllevaba el incremento de las tasas aeroportuarias en la capacidad de gasto en viajes de las empresas, estimado en un sobrecoste del 1% del total de la inversión anual. Por poner un ejemplo, estaríamos hablando de un incremento de más de 700 al año, para un sólo viajero tipo que realice 20 vuelos MAD/BCN.

Lucro cesante

Si el gasto unitario del viaje aumenta, está claro que las empresas podrán desplazarse menos de lo previsto, y esta menor intensidad viajera tendrá una traducción en una pérdida de volumen de las exportaciones. En un solo año se habrían perdido más de 2.500 millones de ingresos anuales en comercio exterior en España, por efecto del incremento de tasas aeroportuarias. El encarecimiento de la oferta aérea tiene incidencia en la movilidad de los viajeros de negocio, tanto en España como en el exterior.

En apenas cinco años, las exportaciones han incrementado el PIB en 10 puntos y ya representan un tercio de su valor. Esta evolución positiva ha ejercido de "paracaídas" y ha suavizado los efectos de la caída de demanda interna, a la vez que ha permitido mantener puestos de trabajo, que de otro modo se habrían destruido. A la dinámica viajera de las grandes empresas -hasta hace poco prácticamente las únicas con negocio internacional relevante- y a la diversificación de mercados, se han unido en los últimos años las pymes, de forma muy significativa. Es una tendencia apuntada en un estudio de GEBTA y Vueling en 2013, denominada la socialización del viaje de negocio, que los datos de ICEX confirman con el aumento de hasta 150.000 empresas de la base exportadora (más de un 10% en el último año).

Las exportaciones, junto con el turismo receptivo constituyen actualmente los dos principales motores de la economía española, que en todo caso requieren de cuantos menos obstáculos sea posible para el óptimo desarrollo de la actividad. En este sentido, la decisión de Fomento va en la buena dirección y además es coherente con la política que ya lleva tiempo aplicando al transporte por ferrocarril o a los puertos, a quienes se rebajaron las tasas con el objetivo de mejorar su competitividad. Es de esperar, por consiguiente, que la Administración sea capaz de mantener y reforzar de cara al largo plazo políticas que favorezcan la actividad empresarial.

Evitemos poner trabas innecesarias a las empresas; las tasas aeroportuarias son, entre otras cosas, también, tasas a la exportación y al crecimiento.

(c) GEBTA. Marcel Forns, 2014