Hace pocas semanas, la Comisión Nacional de los Mercados y
la Competencia (CNMC) emitió cinco informes cargados de
recomendaciones y correcciones sobre los pliegos elaborados por el Gobierno
para centralizar los contratos de servicios del Estado. Aunque las
recomendaciones no hacían referencia directa a los servicios relacionados con
los viajes, los informes de la CNMC apuntaban de modo claro a que algunas de
las cláusulas de los nuevos contratos podrían vulnerar la libre concurrencia de
operadores en el mercado, además de incluir recomendaciones relativas a la
necesidad de buscar el equilibrio en la definición de los lotes para que haya
tensión competitiva. Ni muy pequeños para que se lo quede una sola empresa
durante muchos años ni muy grandes que excluyan a otros competidores más
pequeños.
Pese a la claridad de los informes, el Gobierno se ha
mostrado reticente a introducir modificaciones de fondo en su proyecto de
racionalización y centralización de los concursos públicos, generando una más
que comprensible alerta por los posibles efectos en la desaparición de multitud
de pequeñas empresas prestadoras de servicios a la Administración, que pueden
llegar a desaparecer por el hecho de no ofrecer cobertura en todo el Estado. En
términos similares se ha manifestado también CEAV, preocupada por la falta de
competencia que fomentan los pliegos.
Como en otras tantas ocasiones, desde GEBTA hemos
alertado acerca del impacto real de los supuestos ahorros, cuando no analizan
adecuadamente los efectos colaterales que determinadas iniciativas políticas
generan (el impacto de la subida de las tasas aeroportuarias, por ejemplo,
mejora las cuentas públicas de los aeropuertos del Estado, pero limita la
capacidad inversora de las compañías aéreas y el ritmo exportador de las
empresas españolas, como se ha demostrado).
La necesidad de dotar de transparencia y flexibilidad al
mercado exige que nos mantengamos vigilantes respecto de la evolución de los
pliegos y que al margen de apoyar las recomendaciones que expresa la CNMC,
procuremos también trasladar al ejecutivo buenas prácticas, tendentes no sólo a
garantizar un adecuado servicio, sino a su vez a obtener ahorros reales y
evitar costes ocultos y perniciosos efectos colaterales.
(c) Marcel Forns. GEBTA 2014
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