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jueves, 16 de abril de 2020

Lo que ahora toca


El efecto paralizante de la crisis del COVID - 19, que ha llevado a gran parte de las empresas a un estado de práctica hibernación, junto con la falta de un escenario temporal claro para la vuelta a la actividad, tienen como efecto inmediato el incremento de la incertidumbre.  El contexto mediático suele ser siniestro y no hay demasiadas noticias positivas, por decirlo de algún modo.

En El ángulo muerto traté de argumentar con algunos datos sectoriales, la importancia de evitar limitarnos a la visión subjetiva del escenario, dado que a menudo impide que veamos el todo; no solamente lo que va a suceder en el largo plazo en nuestro propio sector, sino lo que acontece en otros ámbitos de actividad.

En esta misma línea y como complemento del último post, he recogido algunos datos basados en encuestas realizadas estas últimas semanas, algunos de cuyos resultados conviene retener.

Los barómetros empresariales suelen aportarnos información muy útil, en relación a lo que están haciendo, y sobre todo, lo que piensan hacer las organizaciones, de cara al futuro. Así por ejemplo, sabemos que aunque las empresas españolas han reducido significativamente sus expectativas de facturación, contratación e inversión para el 2020, respecto de la quincena anterior  (en el caso de la facturación la diferencia es de más de 41 puntos porcentuales)  en un 50% prevén mantener su presencia en otros países, y un 13% de los casos, aumentarla. 
Conforme a la misma encuesta de KPMG, sabemos además, que más del 80% de los empresarios confía en que la estrategia internacional de su empresa cambiará poco o nada en los próximos años a raíz de la crisis del COVID -19, del mismo modo que mayoritariamente (52%) prevén pocas variaciones en su estrategia de cadena de suministros.

Con todas las salvedades y obstáculos que se entrevén, la dimensión y actividad internacional de las organizaciones parece uno de los ámbitos que podríamos considerar indiscutibles, en términos de las intenciones, y más importante todavía, de la estrategia empresarial, a diferencia de otros tantos, que se verán sometidos a revisiones más profundas.

Los datos de la encuesta española tendrían, además, una cierta correlación con algunas de las conclusiones a las que llegan los gestores de viajes alemanes, de acuerdo con una reciente encuesta elaborada en el país teutón, en particular:

  • El elevado nivel de confianza -con tendencia al alza- en la recuperación del número de viajes en el medio plazo (90%)
  • El elevado grado de confianza -con tendencia al alza-  en el mantenimiento de las actuales estructuras de personal y competencias del travel management (80% y 77% respectivamente)
Si miramos hacia adelante vemos como las empresas nos indican con bastante claridad que van a volver a viajar (que necesitan volver a viajar). Lo que no sabemos con certeza todavía es cómo y cuando.

Conocer estos datos no cambia nada de la situación actual, pero debiera darnos algo más de confianza. Por todo ello es muy importante que las empresas del sector de los viajes hagan bien lo que toca hacer en esta fase, que básicamente consiste en adecuar las estructuras para poder aguantar el tiempo que queda hasta que se retome la actividad, y prepararse. Aguantar y prepararse no es mucho, es cierto, es un escenario exasperante e indeseable para cualquier empresa directivo y por supuesto trabajador, pero es todo lo que se puede hacer, por ahora.

Como estamos comprobando, hay muy pocas certezas en la vida y menos verdades absolutas, pero de momento todo parece indicar que el viaje de negocios va a seguir siendo necesario, que hará valer su capacidad de recuperación tan pronto como sea posible, y que precisará de empresas y profesionales capaces de gestionar escenarios más complejos todavía.

Marcel Forns (c) GEBTA 2020

martes, 7 de abril de 2020

El ángulo muerto

Pese a que los escenarios que nos esperan a la salida de la crisis del COVID-19 son distintos a las proyecciones que se habían realizado hasta la fecha, tanto en el corto como en el largo plazo, los viajes corporativos van a seguir adelante, porque son fundamentales para el crecimiento y el desarrollo de los negocios, y porque son consustanciales a la propia naturaleza de las empresas.

A fecha de hoy resulta todavía muy difícil de predecir con exactitud cuál va a ser la evolución del sector en volumen de negocio. Las proyecciones previas a la crisis sanitaria no nos sirven, porque no habían tenido en cuenta la pandemia; por otro lado, la falta de un escenario preciso acerca de los calendarios para levantamiento de restricciones y limitaciones a los viajes en los distintos mercados, entre otros elementos, tampoco ayudan a que podamos avanzar una primera estimación.

Sin perjuicio de lo anterior, hay algunas cosas que sí sabemos, y que pueden ayudarnos a entender mejor el panorama post COVID-19, bajo el prisma de los viajes de empresa:

1. Los viajes de negocio tienen un carácter anti-cíclico por naturaleza, han sido parte de la solución a escenarios de crisis o desaceleración. Así ha sido en 2008, como en tantas otras ocasiones.

2.  La pandemia no ha golpeado a todos por igual.

La visión subjetiva de los escenarios, es decir, una mirada exclusivamente sectorial de lo que está sucediendo, puede impedir a menudo que seamos capaces de ver el todo; no solamente lo que va a suceder en el largo plazo en nuestro propio sector, sino lo que sucede en otros sectores de la actividad.

Esta mirada más profunda y menos subjetiva debería hacernos ver, entre otras cosas, que el grado de afectación de esta terrible crisis está siendo muy desigual en los distintos sectores de la actividad económica. No todos los sectores de negocio están sufriendo por igual el impacto de la pandemia.  Así, disponemos de estudios recientes que lo acreditan y que se han aventurado a hacer proyecciones acerca de los calendarios de recuperación de las distintas áreas de actividad; la mayor parte de ellas presenta patrones de recuperación rápidos a partir del momento en el que se produzca el levantamiento del estado de alarma y se empiece a volver a una cierta normalidad.

Es cierto que buena parte de estas proyecciones dependerán de la adecuada gestión de la crisis por parte de las Administraciones Públicas, cuyo primer principal objetivo, por detrás de la superación de la crisis sanitaria, debe ser el mantenimiento del tejido empresarial existente (también el del sector de los viajes) y con ello de los puestos de trabajo.

Es cierto también que la lectura que debemos hacer para los viajes de negocio es completamente distinta, porque depende fundamentalmente de la capacidad de desplazarse a los diferentes mercados mundiales, que la apertura de los mismos se producirá de modo gradual y que puede verse limitada todavía muchos meses. Pese a ello, es importante recordar que la mayoría de los sectores a los que da servicio el viaje de negocios, podrá recuperarse con bastante rapidez, y que ello supone que a priori tendrá capacidad (y necesidad) para volver a viajar. Conviene no perderlo de vista.

Y más importante todavía, conviene estar preparados adecuadamente para cuando llegue este momento. Para entonces algunas cosas habrán empezado a cambiar, como ya advertía en  COVID-19, Primer análisis sobre el impacto en los viajes de negocio.

La mirada subjetiva es como el ángulo muerto, que no nos deja contemplar todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Completemos nuestra mirada subjetiva con una mirada más amplia; no nos olvidemos de que los viajes, pese a todo, van a seguir siendo necesarios y que es importante estar ahí cuando llegue la hora, porque nuestros clientes van a seguir necesitándonos, quizás incluso más que hasta la fecha.


Marcel Forns (c) GEBTA 2020




viernes, 3 de abril de 2020

¿COVID-19, LA TORMENTA PERFECTA? PRIMER ANÁLISIS SOBRE EL IMPACTO EN LOS VIAJES DE NEGOCIO


¿Puede el COVID -19 ser la tormenta perfecta que actúe de acelerador de cambios profundos en nuestro sector? ¿Qué pasaría si así fuera y, más importante todavía, qué deberíamos hacer para capear el temporal?

Y es que el coronavirus parece arrastrar consigo cambios y tendencias que estaban ahí, de manera más o menos manifiesta, que a la vista de la prolongación de la crisis sanitaria, podrían llegar a progresar más rápidamente de lo estimado. La combinación de algunas de estas tendencias, además, podría tener como consecuencia transformaciones significativas desde un punto de vista económico y de modelos de negocio.

Para analizar el impacto del coronavirus en los viajes de negocio, no obstante, hay que distinguir entre los efectos en el corto plazo y los efectos a medio y largo plazo.

En el corto plazo, la salida de la crisis sanitaria puede tener para los viajes de empresa, resulta difícil de prever, puesto que depende de diversos factores, entre ellos:

§  Duración de las medidas excepcionales
§  Situación de los mercados
§  Situación específica de las empresas del sector 

A priori, sería razonable prever que con la finalización de las medidas excepcionales las empresas deberían retomar la actividad ordinaria y centrarse en recuperar tiempo y negocio perdido durante las semanas y meses de inactividad (visitas a proveedores, clientes, mantenimientos o puestas a punto de instalaciones, etc…). Los viajes de negocio, como hemos afirmado en múltiples ocasiones, tienen un cierto carácter anticíclico que favorece su activación en momentos en los que la economía se contrae. 

Pese a que ésta sería la lógica de negocio, hay que considerar la opción de que el impacto que deje la actual crisis sanitaria no permita retomar la actividad de manera tan inmediata como sería deseable, porque las empresas tendrán que recomponer sus efectivos, y porque por lo general y en el mejor de los casos habrán visto mermados sus recursos. En este punto es preciso indicar que habrá que estar también a la situación de los proveedores sectoriales y en particular a las aerolíneas, en la medida en la que en algunos casos el impacto de la crisis puede tener efectos severos sobre la oferta disponible.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la reacción al COVID-19 no se está realizando de modo sincronizado en todos los mercados. La salida de la crisis sanitaria va a dilatarse en muchos países, hecho que puede retardar los viajes y desplazamientos hacia determinadas áreas geográficas por parte de las empresas españolas.

Finalmente, es previsible que el escenario en los viajes de negocio no sea uniforme:

§     Reuniones con clientes y viajes vinculados con el negocio y los ciclos/cadena de producción y suministro de las empresas – La recuperación debiera ser más rápida, si bien sujeta a la apertura gradual de los mercados y a las limitaciones y restricciones que se establezcan en función de la nacionalidad de los viajeros. A priori cabe pensar en una primera fase centrada básicamente en el mercado doméstico y en mercados de proximidad del ámbito europeo, que se irá ampliando de modo progresivo.

§   Reuniones internas – como ya sucedió en 2008, es previsible que los desplazamientos de esta naturaleza se vean afectados durante lo que resta del ejercicio 2020.

§         MICE - Recuperación residual del MICE en 2020 y reprogramación para el 2021.
Además de que una parte de los eventos se habrán perdido, es probable que las partidas asignadas a esta tipología de viajes se resienta de posibles ajustes de los capítulos de marketing y se pospongan para el 2021, con el objeto de aligerar el gasto. EL MICE ha sido el primero de los subsectores en verse afectado por la crisis, y probablemente será también el último en salir de ella.

En lo que respecta al largo plazo y como hemos indicado arriba, el coronavirus parece que podría estar ejerciendo de acelerador de cambios y tendencias que estaban ahí, de manera más o menos manifiesta. La combinación de algunas de estas tendencias, además, podría tener como consecuencia transformaciones significativas desde un punto de vista económico y de modelos de negocio.

§    El primero de los efectos que observamos, tiene que ver con las estrategias de relocalización de los procesos de producción que, con la globalización, se habían trasladado a Extremo Oriente (principalmente a la China). Como indicaba, no se trata de un escenario del todo nuevo, puesto que muchas empresas habían iniciado esta senda en los últimos años, con más o menos intensidad, trasladando sus centros de fabricación al mercado doméstico o a mercados más cercanos, con costes de producción menores que el mercado interior, como Marruecos o Turquía. La situación actual favorece este tipo de estrategias, en la medida en la que diversifica el riesgo de interrupciones del suministro. Pero a la vez hay también nuevos factores que juegan a su favor, como la propia tecnología, en la medida en la que termina por reducir el diferencial del coste, respecto de los mercados con mano de obra más barata. La producción, pues, podría estar donde estén nuestros principales mercados, por ejemplo, y no necesariamente, donde el coste de mano de obra sea menor.

 El segundo de los efectos que estamos observando, a medida que el coronavirus se ha ido extendiendo en los distintos países, ha sido la toma de medidas tendentes a facilitar el teletrabajo, como alternativa a los formatos presenciales en las oficinas, así como las reuniones virtuales, en sus distintas modalidades. Del mismo modo que veíamos en el supuesto de los procesos de relocalización, la situación provocada por el COVID puede actuar de factor acelerador de estas tendencias, en particular si la unimos a la progresiva implantación de la tecnología 5G, que al eliminar la latencia y multiplicar la velocidad y volumen de información y datos que podemos transmitir, incrementa de modo sustancial la calidad de las comunicaciones. El mayor desarrollo de la reunión virtual no obstante no remplazará completamente la necesidad de reuniones presenciales, porque aquéllas presentan ciertas limitaciones, habida cuenta de que el contacto personal y las reuniones físicas son más eficientes en términos de favorecer la creatividad, el pensamiento estratégico o la generación de confianza, aspectos que resultan fundamentales para la mayoría de los negocios.

§      El tercero de los factores que entraría en juego sería el de la lucha contra el cambio climático. No tiene ninguna relación directa con la crisis del COVID-19, pero también estaba ahí, y sumado a los dos elementos anteriores, puede ejercer de acelerador de tendencia: más kilómetro cero, menos desplazamientos innecesarios. Este es un factor que a su vez está directamente asociado al perfil de las nuevas generaciones de usuarios, a los mayores niveles de sensibilidad personales en relación con los impactos de los viajes sobre el entorno, a la vez que una eventual tendencia hacia modelos de menor consumo “forzado”, como consecuencia de una menor abundancia de recursos, menor cobertura de las pensiones y sistemas sociales, y por consiguiente de menor capacidad de gasto.


Los cambios en cuestión desde luego no van a suponer la desaparición de los viajes corporativos, pero deberían traducirse en menos movimientos de personas de los que las proyecciones oficiales pronosticaban; menor crecimiento del volumen de viajes, si bien con mayores niveles de especialización y mayor peso del análisis del coste/beneficio de los desplazamientos y sin ningún tipo de duda, mayores exigencias en materia de seguridad.

La experiencia acumulada durante estas semanas en la gestión de los viajeros, por parte de las TMCs y los profesionales de las agencias de viajes, ha puesto de manifiesto la importancia de las políticas de seguridad y prevención. Nunca como ahora el rol de las agencias y sus equipos ha sido tan importante, en la medida en la que ha velado por la protección y cuidado del mayor activo de las corporaciones: sus empleados.

El volumen de operaciones de evacuación y repatriación gestionado por las TMCs y sus profesionales está siendo ingente, y ha sido capaz de moverse en un escenario de caos sin precedentes. Las empresas lo saben y convendrá no olvidarlo cuando volvamos a una cierta normalidad, porque el escenario que nos espera seguirá siendo incierto y las corporaciones, más que nunca, deberán ser muy conscientes a la hora de decidir en manos de quién ponen a sus empleados, de la misma manera que deberían considerar que la medida del valor no son las transacciones.

No resulta una afirmación nueva, pero en el actual contexto viene a cobrar toda su importancia. Siempre hemos dicho que la seguridad es un factor corrector del ahorro.

El nuevo escenario exigirá esfuerzos a todos los sectores de actividad y conllevará cambios. Afrontar este escenario y los cambios que comporte, con mayor o menor éxito dependerá de los compañeros de viaje que cada uno elija. En cualquier caso, si algo queda claro sin ningún tipo de matiz, es que no hay espacio para amateurs.

Esta es la hora de la verdad, la hora de los verdaderos profesionales.




Marcel Forns © 2020