FIRMA INVITADA
Quizás ahora nos parezca increíble pero, no hace mucho, los aeropuertos eran lugares llenos de glamour y ambiente selecto donde todo estaba pensado para la comodidad de quienes se disponían a viajar. Los aviones eran algo más ruidosos y contaminantes, pero representaban un reducto de buenas maneras y elegancia.
Quizás ahora nos parezca increíble pero, no hace mucho, los aeropuertos eran lugares llenos de glamour y ambiente selecto donde todo estaba pensado para la comodidad de quienes se disponían a viajar. Los aviones eran algo más ruidosos y contaminantes, pero representaban un reducto de buenas maneras y elegancia.
Pero la cosa cambió
hace unos años y alguien nos convenció de que ese no era el modelo apropiado.
Que los cielos no debían clasificarse en “privilegiados” y “turistas”, sino que
debían estar mucho, muchísimo más poblados. Y se masificaron algunos
aeropuertos y se inventaron otros, y los fabricantes de aviones detectaron el
filón y pusieron en marcha una campaña más propia del mundo del automóvil que
lo que hasta ahora se había practicado en la industria aérea, en una locura de
renovaciones de flota en la búsqueda de la eficiencia en el consumo de combustible
y el descenso de ruidos.
Aparecieron las “low
cost” que aniquilaron a las “charter” y arrinconaron al resto al captar los
pasajeros de unas y de otras con tarifas irreales que hacen que hagas un vuelo
de 3 horas por la mitad del precio del taxi que te lleva a ese aeropuerto. Y
los aeropuertos perdieron todo el glamour, se convirtieron en hormigueros de
gente empujando carritos por terminales inmensas. Y más tarde nos pusieron
reglas, normativas y controles de todo tipo en donde perdemos nuestro valioso
tiempo y, lo que es peor, la ilusión por el viaje y el buen humor. Y llegamos a
un avión que efectivamente es más moderno y eficiente, pero claramente más incomodo
e impersonal, en donde nos atienden con poca paciencia.
Yo me pregunto, ¿soy
el único que piensa que cada vez da más pereza viajar en avión? ¿Solo yo creo
que el avión se ha convertido en el medio de transporte más incómodo? ¿Me
equivoco al pensar que hemos perdido gran parte del confort a cambio de un
precio exageradamente bajo que pone en peligro la continuidad de las rutas,
frecuencias o, incluso, la viabilidad de aerolíneas?
Por suerte, quedan
opciones que escapan a todo esto. El mundo de la aviación privada es un
universo en donde las ventajas son evidentes, donde el servicio y los deseos
del pasajero son aún lo más importante. En donde el horario de tu vuelo no está
condicionado por la tarifa, sino por tu propia agenda, y el aeropuerto que
utilizas es el más conveniente y no aquel que ofrece una subvención para mayor
gloria de su padrino político.
Fletar un vuelo
privado hoy en día ha dejado de ser un capricho para convertirse en una
solución asequible para los pasajeros de negocios que vuelan frecuentemente y
que viajan en las injustificadamente llamadas clases “Business”, sufriendo
trámites y conexiones que malgastan su tiempo mucho más de lo que el cacareado
ahorro de la tarifa pueda suponer.
Es disfrutando de un
avión privado cuando aún podemos protagonizar nuestro viaje y optimizar nuestro
tiempo. Parece la única opción para volver a disfrutar de un viaje de trabajo y
donde el coste queda plenamente justificado por un servicio que sortea todas
las incomodidades que el sector nos ha impuesto a través de los años.
(C) Gerardo Manzano
CEO de Europair Broker