Dependiendo de la combinación de los distintos factores, la
inversión en viajes de negocio en España habrá crecido en torno a un 22%
acumulado en 2025, llegando hasta los 15.200 millones de euros, de acuerdo con
el estudio elaborado por GEBTA y BRAIN TRUST (“2025, Una mirada al futuro de
los viajes de negocio”).
Siendo
ésta una magnitud nada desdeñable, es importante destacar que el mercado podría
llegar a crecer por encima de los 16.000 millones de euros en esa fecha, si se
dan determinadas circunstancias.
La diferencia entre el escenario más prudente (15.000
millones de euros) y el óptimo (más de 16.000 millones) puede parecer poco
relevante en términos de crecimiento relativo anualizado, pero si tenemos en
cuenta que existe una correlación entre la inversión en viajes de negocio y la
actividad comercial, que en la actualidad se mueve en una proporción de 1:10
(10 euros por cada euro invertido en viajes) y 1:6, dependiendo de si hablamos
de exportaciones o de mercado interior, la distancia entre ambos escenarios se
traduce en una diferencia equivalente al 0’5% del PIB español. Este es sin
lugar a dudas un dato de una extraordinaria magnitud que conviene analizar.
¿Qué es
necesario pues, para que la inversión en viajes de negocio llegue al escenario
óptimo en 2025?
Ciertamente, son muchos los factores de los que dependerá la
evolución final de los viajes de empresa; si dejamos al margen los aspectos de
contexto económico (escenario económico internacional, evolución de las
relaciones comerciales, hábitos de las nuevas generaciones …), sobre los que
resulta difícil actuar, existe un elemento intrínseco que recoge el
documento, que llama especialmente la atención, por el elevado impacto que
puede tener en la evolución de los viajes corporativos, y en consecuencia en la
propia economía española, sobre el que sí podemos influir.
Este factor está directamente relacionado con el universo de
empresas del mercado. El estudio de GEBTA y BRAIN TRUST identifica que el 83%
del gasto total de viajes se concentra en las compañías con más de 20 empleados
(el 18% del total), mientras que las empresas con menos de 10 trabajadores (el
72%), sólo son responsables del 11% del gasto total. De hecho, aunque
desde el año 2013 ha habido una progresiva incorporación de las pymes y micro
pymes a los viajes de negocios, su presencia resulta todavía muy reducida y
sugiere oportunidades de crecimiento futuro; basta recordar que el universo real de empresas con impacto en Business Travel se mueve en
una horquilla comprendida entre las 70.000 y las 150.000 compañías, en función
de dónde fijemos el importe mínimo de gasto.
Y es que si bien en el año 2018 el número de compañías en España se ha situado de nuevo en los 3,3 millones que registró en 2010, el tamaño medio de las empresas es inferior al que presentaban antes de la crisis económica y el porcentaje de compañías con más de 10 asalariados ha descendido.
A los efectos que nos interesan, es evidente que con un
tamaño medio de 4 asalariados por compañía resulta difícil abordar procesos de
internacionalización y mantener la actividad exterior de modo regular. El
tamaño, en definitiva, importa a los efectos de que las pymes puedan superar
con mayor garantía retos tales como los procesos de internacionalización, la
obtención de financiación o la transformación digital.
Generar y desarrollar políticas y programas de apoyo al
crecimiento, competitividad e internacionalización de la pyme, es
fundamentalmente cometido de las Administraciones Públicas y las organizaciones
patronales. Este tipo de políticas van a ser especialmente necesarias en el
nuevo contexto económico en el que nos encontramos, si queremos mantener
saneado nuestro tejido empresarial y, por extensión, si queremos construir un
marco favorable a ese escenario óptimo de inversión en viajes de negocio, para el que se precisa de u na mayor participación y contribución de las pymes.
Si consideramos que el impacto indirecto generado por una inversión de 16.000 millones de euros en viajes de negocios se movería en torno al 0’5% del PIB, creo que resulta indiscutible que el esfuerzo merece la pena.
Marcel Forns © GEBTA 2019
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